La pandemia de la COVID-19 ha alterado el flujo de mercancías en todo el mundo —desde la madera hasta los semiconductores—. Según la ley de la oferta y la demanda, la gente suele pagar más por algo que es difícil de encontrar. Esta circunstancia puede, además, tener un efecto dominó en toda la economía.
Por ejemplo, la reciente escasez de chips ha provocado grandes retrasos en la fabricación de nuevos vehículos. Esto ha hecho que los consumidores prefieran los coches de segunda mano, cuyo precio se ha disparado casi un 30% respecto al año anterior, y casi un 20% en los últimos tres meses.
Aunque muchas economías están avanzando en la lucha contra la pandemia, se tardará un tiempo hasta que las cadenas de suministro regresen a la normalidad.